Blhoja 080 – Esperita, Delta
del Tigre
Despues de tanto trajinar
por Europa, lo mejor sería unos días de fresco relax ya que Rosario ardía en
ese enero de 2012. Entre búsqueda y búsqueda en pos de un lugar tranquilo
recordé aquel paseo por el Delta del Tigre del año anterior y me puse a buscar
alojamientos. En su mayoría cabañas, la oferta es enorme. Si bien la zona mas
poblada del Delta tiene un cierto transito y la tranquilidad de un pueblito,
pensaba que el fin de semana sería un agolpamiento de lanchas y turistas curioseando
desde los catamaranes que seguro, romperían la paz del lugar. Necesitaba una
zona alejada, menos poblada, menos transitada.
Y apareció.
Sin tener la menor idea donde estaba ubicada, decidí no investigar su paradero
y llame a Fernando para arreglar la estancia para dos personas por seis días.
Luego de cuatro horas de viaje en el Rosarino,
Terminal Mariano Moreno/Retiro y otros cincuenta minutos en tren Retiro/Tigre,
llegamos a la estación fluvial y sacamos pasaje en la lancha colectivo, rumbo
al muelle publico del arroyo Esperita.
Y ahí si: El Paraiso.
El Paraiso con algunas deficiencias con respecto a las de una gran ciudad;
aunque si nos remitimos al Paraíso de Adan y Eva, sería imposible acercarlo a
este, pues aquellas faltas contemporáneas harían que desechemos por completo la
idea de un paraíso para vivir. Este paraíso sincrónico además de ofrecer la
pureza de la naturaleza con sus árboles centenarios y sus jóvenes retoños, sus
aguas acérrimas y su fauna chirriante venía con una cabañita de madera de unos
cinco por cinco, dividida en tres espacios. Uno mayor con una cocina, mesada y heladera; una mesita con cuatro
sillas, algún estante y un confortable futón frente a un televisor conectado a
DirecTv, reproductor de DVD y un aire acondicionado portátil, estratégicamente
ordenados; tres ventanas exhibían el exterior. El mas pequeño, el baño, con una
gran ventana al yuyal que se extendia luego de algunos arboles que conformaban
una gran cerco junto a las márgenes del arroyito. El dormitorio justo para una
cama grande, un colgador y un estante para acomodar la poca ropa acarreada. Un
gran ventanal al mismo paisaje que el del baño. El agua no es potable y había
que esperar el recambio de bidones (incluido en la tarifa) y al supermercado no
se podía ir fácilmente, pero si se lo podía esperar todas las mañanas en el
muelle público.
Una barcaza cargada con todo (o casi todo) lo que un terrenal puede
demandar para satisfacer sus necesidades básicas. La lancha-colectivo pasa cada
hora aproximadamente y con ella se podía llegar al El Tigre donde la pequeña ciudad
ofrece sus atractivos.
En fin, el Paraiso añorado
no sería tal, sin los implementos y elementos con los que nos adecuamos a
nuestra época. Desconectando el celular y sin llevar la notebook puede estar al
alcance de todos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario