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jueves, 27 de noviembre de 2014







Unos seis meses atrás me habían entregado el auto y si bien ya tenía recorridos algunos lugares del país, quería que este viaje soñado sea como una especie de bautismo.
Armar el viaje es algo tan satisfactorio como vivirlo, con la gran diferencia que en uno interviene la imaginación y en el real, estan todos los sentidos alertas para disfrutar y recibir lo imaginado y también lo impensado. Y no soy exagerado al decirlo ya que no deja de sorprenderme cada kilómetro que descubro de mi país.



Desplegué todo el material acumulado durante años: mapas, guías de viajes, revistas y libros, y con la gran ayuda de la compu y el CD de mapas del Automóvil Club esboce una ruta de viaje que me llevaría casi 8000km por la Patagonia Argentina.
La primer etapa fue llegar a la RN (ruta nacional) 40, LA MÍTICA RUTA 40, esa que recorre unos 5000 km uniendo el punto más austral del país continental, Cabo Vírgenes, a más de 100km al sur de Río Gallegos, Santa Cruz, con uno de los puntos más al norte, La Quiaca en la provincia de Jujuy limítrofe con Bolivia; recorriendo al borde de la cordillera de los Andes 11 provincias: Santa Cruz, Chubut, Río Negro, Neuquén, Mendoza, San Juan, La Rioja, Catamarca, Tucumán, Salta y Jujuy.
Mi punto de encuentro con la 40 era Confluencia, paraje al sur de la provincia de Neuquén donde se une con la ruta 257 por donde viajabamos. Hasta allí hay unos 1700 km desde Rosario, de donde partimos el 20 de diciembre de 2013, por la noche, para que el viaje sea más fresco.

La Berlingo cargada con carpa, heladera, mesa, banquitos, garrafita, valijas, bolsas de dormir, la comida del perro, entre otras; Osvaldo y Pachacutec fieles compañeros en esta aventura que pintaba inolvidable.






Primera etapa: salir de la provincia de Santa Fe, tocar de pasada la provincia de Buenos Aires, cruzar la provincia de La Pampa y llegar al límite con la provincia de Neuquén en una villa turística llamada Casa de Piedra, con embalse y un camping casi desolado, pero con muy buen mantenimiento; árboles, césped bien cortado y regado diariamente, baños limpios, una proveeduría cercana, a unos 200 metros en una estación de servicio. Fueron dos noches con fuertes vientos, que a pesar de su escandaloso rugido y agitar de ramas y hojas, hizo muy placentero el descanso refrescando el ambiente que se recalentaba casi insoportablemente durante el día. No había mucho para hacer, si lectura y jueguitos en la tablet para pasar el día y medio que nos tomamos, algo así como de adaptación.










La idea era hacer pocos kilometros y descansar para el día siguiente, mientras íbamos quemando tramos. La primera parada “oficial” sería El Bolsón, en la provincia de Río Negro, pero en el transcurso del viaje, no dejariamos de visitar lugares que merecian conocerse. Ese lunes 23 que partimos de Casa de Piedra era radiante y aun estaba respirable. Al mediodía pasamos por Neuquén y el calor era ya insoportable, el más sufrido Pachacutec, que a pesar de llevar el aire acondicionado al máximo, no dejaba de jadear desesperadamente. Bajar era peor, el bochornoso día nos golpeo durante varios kilómetros de esa ruta casi desertica. Hicimos una corta parada en la Villa El Chocón a orillas del embalce Ezequiel Ramos Mexia  y partimos en busca de la próxima parada: Picún Leufú. Insatisfechos por el lugar, volvimos a la ruta en busca de algun alojamiento más cómodo y fresco en Piedra del Aguila.
Estaba en el sur escapando del calor agobiante de Rosario y aun no podía desprenderme de él. Nos perseguia tal vez. Faltaba todavía para que el fresco aparezca, recien entrabamos a la Patagonia.
Cenamos unas sobras en la habitacion del hotel y salimos a dar el paseito nocturno de Pachacutec por ese pueblito tranquilo, semi desierto a esa hora, acompañados de un vientito fresco que calmaba el cansancio del día.








Aun faltaban algunos kilometros para encontrarnos con la 40 y ahí nomás haríamos un parate en Bariloche, para almorzar y cargar combustible.






Ni bien entramos a la provincia de Río Negro, ya por la 40, nos encontramos con el lago Nahuel Huapi, al frente se veía la ciudad de San Carlos de Bariloche, majestuosos; si bien el calor empezaba a “apretar”, la visión de las montañas nevadas me empezaba a cargar de energías y esa molestia paso a otro plano. Pachacutec no tenía la misma impresión que yo, las piedritas calientes en el mirador del lago le sumaron una nueva y desagradable molestia que le hicieron optar por el interior del vehículo antes que sus caminatas de exploración que tanto le gustan.

Una vuelta por Bariloche. Hacía mucho que no venía. 12 años y el cambio notable, o tal vez la estaba viendo desde el auto con las diferencias lógicas que cuando uno llega en un turismo. El tránsito, la gente, el movimiento, mostraban una ciudad agitada. Linda como siempre, pero agitada. Sin duda que los cambios económicos y sociales del país de estos últimos años influencian en esos humores. Por un lado empeoran ya que esa agitación modifican la calidad de vida de aquella “aldea” paradisiaca. Pero por otro lado toda esa convulsión da más vida económica a la region. Que es preferible? Cada cual tendrá sus preferencias y al que no le gusta como a mi, que siga viaje hacia un lugar mas pacifico y que la ciudad siga progresando y creciendo que mal no le viene, aunque ese bienestar económico sea en detrimento del sosiego.












Llegamos a El Bolsón el 24 de diciembre y luego de hacer un corto reconocimiento del lugar nos fuimos al camping. Hacia el oeste de la ruta esta el río Quemquemtreu que luego de cruzarlo se sube por la Loma del Medio, al otro lado el Río Azul. Con el mismo nombre del río, cubierto de árboles y pasto fresco fue el lugar de anclaje para recorrer algo de la zona. Lo primero, Pachacutec a meterse al agua, helada, mis pies se congelaban pero el negro estaba a sus anchas en esas aguas correntosas y transparentes. Luego, buscar la cena de “noche buena” y algo de comer para el día siguiente porque seguramente estaría todo cerrado.













Subiendo a la Cabeza del Indio y al Mirador del Azul, sobre la Loma del Medio, se lo ve al río zigzagueante en medio del verde valle que lo ampara y al fondo las aguas del Lago Puelo y su límite el Cerro Tres Picos, ...De postal!!. 
O acaso a la postal habría que alabarla diciendo ...Que natural!! (mas logico, no?)






 En la mañana de Navidad cruzamos a la provincia de Chubut, pasando por el Paralelo 42°, el límite de ambas, llegamos al Lago Puelo, majestuoso espejo de agua adornado al fondo con el cerro Tres Picos; Pachacutec se dio un chapuzón y nos fuimos para el lago Epuyén, unos kilometros más al sur, a Puerto Patriada, un paraje en la costa norte del lago. Caminata y una buena cerveza lugareña para luego retornar al camping.















A unos 10 km del centro de El Bolsón, hacia el norte y al este de la ruta, hay un camino que transita entre chacras cuyo principal cultivo es el lúpulo, fue en un momento el camino de entrada a la ciudad y se destaca por estar rodeado de nogales (Camino de los Nogales, así se lo conoce), añosos y frondosos árboles que le dan un gran encanto al trayecto. Por allí se llega a la comunidad mapuche Rinconada de Nahuelpan, ubicada al pie del Piltriquitron donde baja un arroyo en forma de cascada.





Lindos días en la Comarca del Paralelo 42°, pero ya era hora de seguir viaje, bajando por la cuarenta el próximo punto de acampada, Trevelin (suavemente acentuado en la segunda E)





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